viernes, 14 de noviembre de 2014

GUADALUPE. NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE Y PATRONA DE EXTREMADURA .

 
HISTORIA Y LEYENDA
 

La villa de Guadalupe, del árabe wad al luben (río escondido), en la sierra de las Villuercas en la provincia de Cáceres, surgió en torno a la aparición de la imagen de la virgen y a la construcción de la primitiva ermita y después monasterio.

La leyenda de la Virgen de Guadalupe se remonta hasta el siglo I del cristianismo. Cuentan que la autoría de la talla correspondería a San Lucas y que muerto el evangelista en Beocia (actual Grecia), la imagen sería enterrada con él y seguiría su misma suerte.

A mediados del siglo IV tanto el cuerpo del evangelista como la imagen fueron trasladados a Bizancio (Constantinopla), desde allí la imagen fue llevada hacia Roma en el año 582. Por aquél entonces se desató en la ciudad una terrible peste que acabó con la vida de muchas personas y entre ellas la del papa Pelagio II. Siendo elegido posteriormente papa San Gregorio Magno, mandó hacer letanías y procesionar la imagen que tenía en el oratorio personal que no era otra que Nuestra Señora de Guadalupe. Estando en procesión se oyó un canto celestial similar al de unos ángeles que entonaban al aire loas a la Santa Virgen diciendo:

“Alégrate, Reina del Cielo, alégrate. Aquí el que tú mereciste concebir y parir ya es resucitado según lo dijo”.

Justo después apareció sobre el conocido actualmente como Castillo de Sant'Angelo, un ángel limpiando la sangre de una espada. Después de todo esto la pestilencia cesó en la ciudad y San Gregorio se convirtió en un fiel devoto de la imagen.

Unos años más tarde, San Gregorio envió varias reliquias al arzobispo de Sevilla, San Leandro en agradecimiento por haberse ocupado de destruir la herejía de los Arrianos. Entre esas reliquias se encontraba la imagen de la Virgen de Guadalupe. Yendo la imagen en un navío desde Roma hasta Sevilla se desató una terrible tempestad que puso en peligro al barco y a sus ocupantes, entonces uno de los clérigos, movido por la fe y la devoción sacó la imagen de la Virgen a cubierta y le suplicó con tanta humildad y devoción que cesase la tempestad que la tormenta amainó automáticamente. Conociendo San Leandro el presente enviado por el Papa salió al puerto a recibir a la imagen y con gran veneración fue trasladada a sus aposentos. Siendo posteriormente entronizada en la principal iglesia de Sevilla y venerada con gran fervor por todo el pueblo.

Pero la invasión árabe, en el año 711, hizo que algunos clérigos sevillanos tuvieran que huir de la ciudad hacia el norte peninsular llevándose consigo las reliquias que pudieron transportar, entre las que se encontraba la susodicha imagen de Nuestra Señora de Guadalupe. Adentrados en tierras extremeñas y para evitar su profanación enterraron tales reliquias en una zona montañosa cercana a un río conocido como Guadalupe.

Ya en pleno siglo XIV y casi finalizada la reconquista cristiana cuando reinaba en Castilla Alfonso XI andaba el vaquero cacereño, Gil Cordero, en compañía de otros pastores guardando su ganado en una dehesa llamada Guadalupe, cerca del río del mismo nombre. En un momento dado Gil Cordero se da cuenta que había perdido una vaca y salió inmediatamente a buscarla, al rato descubrió el cadáver del animal junto a la ribera del río Guadalupe, desconsolado decidió aprovechar su piel y al sacar la navaja para despellejar al animal volvió a la vida ante la mirada atónita del vaquero. En ese momento la figura de una mujer envuelta en luz que se identificó como la Virgen hizo acto de presencia exclamando:

"No temas. Yo soy la Madre de Dios, Salvador del li­naje humano. Toma tu vaca y llévala al hato con las otras y vete luego para tu tierra. Dirás a los clérigos lo que has visto. Di­les también de mi parte que te envío yo allá. Que ven­gan a este lugar donde ahora estás. Que caven donde es­taba la vaca muerta, debajo de estas piedras: hallarán una imagen mía. Cuando la sacaren, diles que no la mu­den ni lleven de este lugar donde ahora está, mas que hagan una casilla en que la pongan. Tiempo vendrá que en este lugar se haga una iglesia y casa muy notable y pueblo asaz grande".

Obedeciendo los designios divinos, Gil Cordero marchó a Cáceres y dio cuenta de lo sucedido tanto a las autoridades civiles como religiosas, pero nadie le creyó.

Llegó a casa turbado por todo lo que le había ocurrido y se encontró a su mujer en compañía de algunos clérigos y vecinos llorando desconsolada, su hijo había fallecido y estaba de cuerpo presente. Mirando el vaquero fijamente a su primogénito yaciente recordó como la Virgen había resucitado a la vaca y sin pensarlo demasiado hincó la rodilla en el suelo encomendándose a Nuestra Señora y con mucha devoción suplicó:

“Señora, Tú sabes la embajada que de tu parte trai­go y creo muy cierto ser esto por Ti ordenado, que yo ha­llase este mi hijo muerto, porque Tú mostrándote mara­villosa en me lo resucitar, sea más ligeramente creído de aquéllos a que soy aquí por Tu mandado venir. Pues que así es, Señora, suplícote que lo quieras resucitar y de aquí te lo ofrezco por Tu perpetuo servidor y de lo llevar a aquel lugar santo, donde Tú tuviste por bien de me aparecer".

Ante la mirada atónita de todos los presentes, el joven se levantó, como quien despierta de un sueño, todos quedaron maravillados de tan grandioso mila­gro. Entonces le dijo el vaquero a los presentes:

"Señores, amigos, sabed que para dar fe al mensaje que yo os traigo, bien era menester que Nuestra Señora tuviese por bien de obrar esta tan gran maravilla, ya que por nuestros pecados muchas veces dudamos en aque­llas cosas que no vemos corporalmente".

Y dicho esto, les contó lo que le había sucedido junto al río Guadalupe. Aquel prodigio fue tan sonado que llegó a oídos de todos aquellos que no le creyeron en su anterior pregón. Y tanto sac****tes como vecinos del Cáceres le acompañaron al lugar donde se le apareció Nuestra Señora. Cavaron donde Gil Cordero se encontró el animal muerto, y tal y como se predijo, no demasiado profundo, encontraron un pequeño sepulcro de mármol con una figura de la Virgen, acompañada de otras reliquias (entre otras, los restos de San Fulgencio y Santa Florentina) y de unos documentos que contaban su historia de la imagen desde su creación a cargo de San Lucas hasta su posterior entierro por clérigos sevillanos en este lugar. Sacaron la imagen de la Virgen junto a las demás reliquias e hicieron una humilde choza de piedra y en su interior juntando algunas piedras crearon una especie de altar poniendo sobre él la imagen de la Virgen y quedando Gil Cordero y su familia como guardadores de la ermita.

 

La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, probablemente sea en realidad una escultura románica sedente con el Niño en su regazo, tallada en madera de cedro del Líbano y policromada del siglo XII. Mide unos 59 centímetros de alto y pesa casi cuatro kilos. Desde el siglo XIV esta talla románica aparece vestida y ataviada con una corona y un cetro.
 
La Virgen en su estado original.
 
Desde 1226 hasta 1835, el culto por la Virgen llegó a la cumbre de su grandeza y la fama del santuario llegó a todo el mundo, como se ve reflejado en la existencia de nueve códices de Milagros de Nuestra Señora de Guadalupe que testimonian el fervor universal por esta imagen.

El Santuario comenzó su andadura a finales del siglo XIII, siendo inicialmente una pequeña ermita, pobre y humilde, a la que sustituyó la denominada segunda iglesia a finales del siglo XIV. Alfonso XI, que gustaba cazar por estas sierras, visitó Guadalupe en el año 1335, contemplando el estado ruinoso de la primitiva ermita y comenzando las gestiones para proceder a su restauración.
En 1337 se fundó la Puebla de Guadalupe y por orden de Alfonso XI comenzaron a construir el Monasterio (1340). En 1389 el monasterio fue confiado a la Orden de los Jerónimos. Con la desamortización de 1835 pasó a ser parroquia de la archidiócesis de Toledo. Tanto los ciudadanos extremeños como el propio gobierno autonómico siguen luchando hoy en día para que Guadalupe pase a pertenecer a una diócesis extremeña. En 1908 los franciscanos se hacen cargo del monasterio.
Como distinciones destacables la concesión del distintivo “Real” por concesión de Alfonso XI en 1340, “Pontificio” y "Basílica Menor" por concesión de Pío XII en 1955, “Monumento Nacional” en 1879 y “Patrimonio de la Humanidad” por la UNESCO en 1993. Además la imagen de Santa María de Guadalupe ostenta el título de “Reina de las Españas o de la Hispanidad” otorgado por Alfonso XIII en 1928 y “Patrona de Extremadura” en 1907.

 
La Virgen es Patrona de Extremadura desde el 12 de Octubre de 1906, cuando se produce una gran Peregrinación de Extremadura a Guadalupe. Más de 10.000 romeros rinden culto a Santa María de Guadalupe, hecho que lleva al Papa Pío X, en Marzo de 1907 a solemnizarla como Patrona de Extremadura, lo que para muchos fue el primer grito de regionalismo en la tierra de María de Guadalupe. También es REINA DE LA HISPANIDAD Y REINA DE LAS AMÉRICAS. Se viene celebrando cada 12 de Octubre la fiesta de la Hispanidad, que representa el aniversario del Descubrimiento de América y de la coronación de la Virgen como Reina de las Españas y las Américas en 1928 por el rey Alfonso XIII.
 
Monasterio de Guadalupe
 
PEREGRINOS ILUSTRES:
El santuario y monasterio de Guadalupe, con sus más de siete siglos de fe, devoción mariana y cultura, ha sido por méritos propios uno de los destinos preferidos de un buen número de peregrinos, viajeros, visitantes, turistas e ilustres personajes de la historia de España desde el siglo XIV y hasta la actualidad. La riqueza artística que encierran estos muros, unidos a la devoción y el fervor popular por la imagen de la Virgen, ha cautivado en todos los tiempos a personas de reconocimiento público, político, religioso, artístico y de otra índole, lo que sin duda ha contribuido a engrandecer este enclave monacal en todo el universo.

Algunos de los más relevantes fueron los siguientes:
Desde que fundase la Puebla y monasterio, Alfonso XI, la práctica totalidad de los reyes de Castilla tenían por tradición acudir a este lugar, la cual también se extendió a la casa de Austria y se perdió, entre los siglos XVIII y XIX con la llegada de los Borbones, siendo recuperada la misma por Alfonso XIII, y continuando en la actualidad. El rey de Castilla Enrique IV se encuentra enterrado en el Monasterio.
Otros reyes como Juan II de Aragón y I de Navarra, Alfonso V de Portugal, don Sebastián de Portugal, la reina doña Leonor de Francia, Alberto II y Paola de Bélgica. 
Escritores y artistas como Miguel de Cervantes, Miguel de Unamuno, Luis de Góngora, Félix Lope de Vega, Rafael Alberti y muchos otros. 
Santos, como Vicente Ferrer, San Amadeo de Saboya, Santa Beatriz de Silva, San Juan de Ávila, San Juan de Dios, San Juan de Ribera, Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Borja, San Pedro de Alcántara, San Antonio María Claret y San Juan Pablo II.
Aquí en Guadalupe, también se dispusieron las órdenes que Cristóbal Colón necesitaba para emprender el viaje hacia la conquista de América. Éste, tras su segundo viaje, trajo consigo dos indios, que fueron los primeros indios bautizados en la pila que hoy se encuentra en la fuente de la plaza de Santa María el 29 de julio de 1496. Colón llevaba consigo siempre una réplica en sus viajes al nuevo continente. Cuenta la leyenda incluso que los días previos a su primera expedición americana Colon oró en el interior de la ermita de Guadalupe. Su devoción debió ser tal que al descubrir la Isla Karukera, en 1493 le cambió el nombre por el de Guadalupe.
Los Reyes Católicos recibieron en Guadalupe a Colón en 1486 y 1489; en 1492 tras la conquista de Granada vinieron a este lugar en busca de paz y descanso. En el mes de junio los monarcas firmaron dos sobrecartas que enviaron a Juan de Peñalosa: una era para Moguer y otros lugares; otra para Palos. El texto requería el cumplimiento de las reales provisiones de 30 de abril de 1492.

Música de fondo: Loas a la Virgen de Guadalupe.
Loas a la Virgen de Guadalupe interpretadas por la Coral Santa María de Guadalupe en la Basílica del Real Monasterio de Santa María de Guadalupe en la misa del Día de Extremadura y día también de la Patrona de Extremadura (8 de septiembre)